Sandra es una mujer que valora el bienestar y el autocuidado. Entre el gimnasio y la nutrición, siempre ha prestado mucha atención a su forma física. Pero entonces, con la pandemia, el cierre de gimnasios y el cierre forzoso, había ganado unos kilos de más, que eran demasiado para ella. En ese momento acudió a un nutricionista, que, sin embargo, le propuso una dieta restrictiva que no la satisfacía.
Con tantas privaciones y tan poco equilibrio entre las comidas, no podía adelgazar ni vivir tranquila con una dieta tan estricta. Es entonces cuando se acuerda de ManzanaRoja, que había conocido por casualidad años antes y, le pareció la solución adecuada entre su deseo de recuperar la forma y su deseo de comer bien. Cuando abre la aplicación, no se lo puede creer: “¿de verdad puedo comer todo ese pan y esa pasta?”. En ese momento le da por intentarlo y se embarca en esta aventura.
“Nunca había comido tantos carbohidratos en mi vida, ¡no podía creer lo que veían mis ojos!”.
Resultados apasionantes
A medida que pasan los días, hacer dieta le parece cada vez más factible e interesante. Los menús divertidos y las recetas siempre sabrosas no la estresan como las dietas clásicas. Los resultados son, sin duda, lo que la hace seguir adelante. Aunque su peso inicial no es excesivo, Sandra no se reconoce en ese cuerpo.
Al principio, el miedo a comer pasta y pan la hacía menos creativa. Entonces comienza a aprender a sustituir y transformar, utilizando cada vez más la creatividad. Hacer dieta se convierte en un agradable momento de experimentación y no en un gran esfuerzo, como se suele pensar.
Aprender a comer
Sandra apreció mucho la educación nutricional que le proporcionó esta dieta. Una pasión por la buena alimentación, tanto en cantidad como en calidad. Descubrió que para adelgazar no es necesario pasar hambre. El equilibrio de esta dieta siempre le gustó. No verse forzada a la exclusión o a la privación fue muy tranquilizador.
Así, incluso en familia, la dieta ManzanaRoja se convirtió en una agradable constante. A pesar de una vida dinámica, dos hijos, un trabajo como dependienta en la tienda de su marido y tantas cosas en las que pensar, no ha tenido ningún contratiempo.
No sufrió ataques de hambre nerviosa porque sabía que podía contar con un tentempié antes de las comidas principales. Entre un hinojo crudo o unas zanahorias, redescubrió las verduras, que apenas solía comer. En su lugar, se convirtieron en valiosas aliadas, tanto como guarnición como para calmar el hambre.
“Con todas las zanahorias que como, este año voy a estar superbronceada. ¡Y pensar que me dijeron que no las comiera!”
Una vida activa
Levantarse temprano, tomarse un tiempo antes de empezar el día, la gimnasia y el pilates son las constantes de sus mañanas. Sandra aprende a cuidarse, a reservar tiempo antes de que se despierten los demás miembros de su familia. Sus días comienzan muy activos, que con esta dieta tienen además un sabor extra de gratificación.
Hoy le gusta su cuerpo. Nunca ha tenido tantos kilos de más y su dieta siempre ha sido cuidadosa y nunca desmedida. Pero en ese cuerpo que antes veía hinchado y antinatural, ya no se siente. Ya no tiene miedo a comer. Las comidas se convierten en un momento de alegría y no en un sentimiento de culpa, su enfoque de la alimentación ha cambiado. Y ahora que está en mantenimiento, esta forma de comer es el estilo de sus días.
“Ya no tengo miedo de comer pizza o algún plato más sabroso, el enfoque de la comida ha cambiado”.
Orgullo y gratificación
A los 50 años, Sandra encuentra a la mujer que no ha visto en años. Se pone unos pantalones que había guardado como incentivo para adelgazar. Vuelve a estar en forma y en paz consigo misma. Pero lo más importante, lo que la enorgullece de verdad, es que también ha encontrado un equilibrio interior.
Siente más energía, más vitalidad y también mentalmente, al comer sano, se siente más luminosa. Se siente justamente recompensada por lo que ha hecho y es capaz de hacer hoy. Se encuentra a sí misma como una mujer fuerte y capaz de hacer mucho.
“Cuando me decían que era una mujer fuerte, quizá era yo la que no me lo creía. Ahora por fin lo veo”.