Sonia, empleada de un cine, alejada de su trabajo, tenía dos opciones: o ponerse a cocinar delicias a tiempo completo, o pensar en sí misma. Decidió enfocarse en algo para sí misma: aprender a comer para estar bien. Una amiga le sugirió Manzanaroja y así, se aventuró en este camino. Descargó la aplicación, que le pareció cómoda e intuitiva, y se sumergió en el mundo de Manzanaroja con muchas ganas de lograrlo. Y paso a paso, con una gran consciencia a pesar de ser tan joven, se descubrió a sí misma. Aprendió a quererse y, sin privarse de nada y con perseverancia, llega al mantenimiento.
“¡Esta dieta me sirvió especialmente para aprender a comer y a controlarme!”
Manzanaroja le enseñó a comer. Ella, a sus 23 años, prefería platos rápidos y a menudo erróneos, entendió sus errores. Y no se rindió porque con esta dieta se puede comer de todo, sin renuncias y sin sacrificios. Más que un número en la balanza, nos cuenta Sonia, lo que buscaba era tener una relación sana con la comida. Y así, entre una receta deliciosa y un plato de verduras coloridas, aprendió a amar la comida y a convertirla en su aliada. Su reeducación alimenticia siguió avanzando rápidamente, y ahora que está en mantenimiento, ha internalizado los principios fundamentales de Manzanaroja. Ya no tiene que seguir el menú al pie de la letra, porque ahora sabe muy bien cómo debe comer. Esta es la gran conquista: ¡Manzanaroja te enseña a amar la comida y a tener una relación maravillosa con ella!
“¡Recuperé mi peso ideal sin problemas, amando la comida!”
Sonia descubrió que la dieta puede ser simple y divertida. Sus hábitos cambiaron, se volvió virtuosa. Camina, pasea más a su perro y cuando quiere concederse algo más, se mueve más. De vez en cuando se da algún gusto, sin ansiedad, y ha aprendido que con una dieta así, realmente no se trata de un error. Se dedica a platos deliciosos, se divierte con las recetas del sitio, se pone a prueba. También parece que su metabolismo finalmente se mueve, lo que hace que todo sea más ligero y sencillo. Se siente saludable y hermosa.
“Con Manzanaroja he perdido peso sin perder nunca el entusiasmo, ¡sintiéndome realmente bien con mi cuerpo!”
Sin gran esfuerzo, kilo a kilo, Sonia reencontró sus ganas de ser una chica femenina y jovial. Se divierte haciendo compras: no más leggings o pantalones deportivos, y ahora sí a los jeans y a los pantalones cortos. En el proceso, se compraba algunas prendas para motivarse, así las llamaba ella. Prendas que habría podido usar cuando hubiese perdido peso, que la ayudaban a mantener alta la determinación. ¡Y lo logró! Con efectos positivos también en su deporte favorito. Practica equitación con más alegría, ¡sintiéndose más ágil y ligera! Y cuando mira las fotos viejas, se dice a sí misma “¡nunca más!”
“¡Cuando miro a la vieja yo, me siento orgullosa y sé que no volveré a ser así nunca más!”
Le agradece a la amiga que le habló de Manzanaroja y que siempre la acompañó, en cada momento de debilidad o de duda. Gracias a esta dieta, Sonia no volvió a sentirse excluida de las salidas con sus amigos. Logró mantener sus momentos sociales, encontrando siempre la forma de unir la dieta a las salidas. Con Manzanaroja, de hecho, gracias a las conversiones y sustituciones, siempre se puede ir a cenar algo afuera. Y para una chica tan joven, no privarse de una pizza con sus amigos es esencial.
“¡Con Manzanaroja, he logrado estar con mis amigos, sintiéndome siempre tranquila conmigo misma!”