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Rosácea: Conoce sus causas, factores de riesgo y tratamientos efectivos

Tabla de contenidos

La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel caracterizada por enrojecimiento facial, eritema medio facial (que afecta a la nariz, los párpados, la barbilla y la parte superior de las mejillas), picor y ardor. En fases avanzadas, aparecen formaciones globulares principalmente en la nariz (rosácea fimatosa).

A veces se confunde con la cuperosis debido a la presencia de vasos capilares dilatados en la cara (rosácea teleangiectásica). Los granos que caracterizan la forma papulopustulosa son similares a los del acné. La rosácea también puede afectar a los ojos, causando molestias como conjuntivitis y blefaritis y provocando una disminución de la visión.

¿Cuánto dura? La rosácea no se cura; las fases de remisión de los síntomas son de duración variable.

Afecta principalmente a mujeres de entre 30 y 50 años (es poco frecuente en niños), de tez clara.

Se desconocen las causas, pero probablemente sea un mal funcionamiento del sistema inmunitario lo que inicia la inflamación responsable de las lesiones. Algunas de las teorías hipotetizadas implican alteraciones en el hígado, los intestinos y la glándula tiroides. Entre los factores desencadenantes se encuentran también el estrés, el sol, la mascarilla. La alimentación (a excepción del alcohol y el café) no parece desempeñar un papel en el desarrollo de la enfermedad.

Hasta la fecha no existe cura, pero se dispone de fármacos sintomáticos, en particular antibióticos (metronidazol) y antiinflamatorios (ivermectina), y terapias con láser o luz pulsada que mejoran los síntomas y el aspecto de las lesiones. Se recomienda el uso de cremas calmantes, limpiadores específicos y maquillaje para enmascarar el enrojecimiento (camuflaje).

Rosácea: ¿qué es?

La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel.

Como ocurre con muchas otras enfermedades, para conocerla hay que partir de su definición, que puede aportarnos muchos elementos.

El rasgo típico de la enfermedad es la inflamación, que persiste en todas las fases del curso (aunque se exacerbe en un paso concreto) y en ambas formas (cutánea y ocular).

Es la inflamación la que produce las lesiones que permiten reconocer la enfermedad, determina su evolución en el tiempo y es la diana de la mayoría de los fármacos utilizados hasta la fecha.

El segundo aspecto es el carácter crónico: la rosácea, hasta la fecha, no tiene cura. Puede (de hecho, debe) tratarse con fármacos sintomáticos y terapias láser o quirúrgicas destinadas a mejorar el aspecto de las lesiones. Pero la prevención de la exposición a los factores desencadenantes sigue siendo el principal aspecto terapéutico.

Por último, hay que atribuir la debida importancia a los aspectos psicológicos de una enfermedad que provoca lesiones en la cara y que inevitablemente repercute en la vida social y emocional de quienes la padecen. Debido a la vergüenza que generan el enrojecimiento y las formaciones que acompañan a la rosácea, los pacientes tienden a no consultar al dermatólogo, a no buscar un diagnóstico preciso y a recurrir a cosméticos enmascaradores que empeoran el cuadro.

A quién afecta

Las personas más afectadas son las que tienen entre 30 y 50 años, principalmente mujeres de tez clara, procedentes sobre todo del norte de Europa. En Suecia la prevalencia es del 10%, en Alemania del 2-5% y en Irlanda del 2,85%.

También puede afectar a personas de tez más oscura y, en este caso, las manifestaciones son menos evidentes.

En Italia, las estimaciones indican que más de 3 millones de personas padecen la enfermedad, es decir, entre el 7% y el 8% de la población adulta. Sin embargo, solo en 1 de cada 10 casos se realiza el diagnóstico adecuado.

Por lo tanto, es una enfermedad infradiagnosticada e, inevitablemente, infratratada.

Rosácea: cómo se manifiesta

Con síntomas de tipo inflamatorio y un curso caracterizado por períodos de remisión alternados con reagudizaciones.

Sin embargo, cada remisión no va acompañada de una vuelta a las condiciones sanas de la piel: la tendencia al enrojecimiento es una constante de la enfermedad, a veces acompañada de eritema.

Asimismo, cada reagudización no es necesariamente igual a la anterior: en algunos casos, el cuadro clínico empeora cada vez. Y así, el paciente pasa de una fase inicial en la que el enrojecimiento es la única manifestación, gradualmente hacia una fase tardía en la que su piel se vuelve hipertrófica y los rasgos de su cara cambian.

En otros casos, la evolución se detiene antes y se estabiliza en un nivel intermedio.

¿Cuánto dura?

La rosácea es una enfermedad crónica: por tanto, no se cura.

Como su curso comprende fases de remisión de los síntomas y fases de reagudización, pasa por intervalos de tiempo en los que los síntomas son más leves: éstos varían en duración en función de la forma y del paciente concreto.

Rosácea facial

Como ya se ha mencionado, la rosácea facial es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a la piel de la cara y tiene, salvo algunas excepciones, un curso caracterizado por fases secuenciales.

La mayoría de los pacientes permanecen en la fase inicial y en la fase vascular o pápulo-pustulosa. Son relativamente pocos, y predominantemente hombres, los que alcanzan la fase tardía.

La pre-rosácea

La palabra clave es enrojecimiento: un enrojecimiento que puede resultar muy embarazoso para el paciente, interferir en su vida social y que a veces va acompañado de una incómoda sensación de hormigueo, quemazón y calor.

Los episodios de enrojecimiento se desencadenan por la exposición a:

  • Factores ambientales: sol, climas fríos o muy cálidos, viento, oscilaciones de temperatura.
  • Estrés, tanto emocional como físico (la actividad deportiva puede desencadenar la aparición de enrojecimiento, incluso intenso).
  • Alimentos particulares: alcohol, alimentos picantes, bebidas calientes.
  • Estímulos químico-físicos: ciertos cosméticos, baños calientes.

La sintomatología típica de la prerrosácea permanece casi inalterada en todas las demás fases de la enfermedad, incluidas las de mejoría.

La fase vascular

El eritema de la cara afecta a la nariz, la barbilla, la parte superior de los pómulos y, a veces, los párpados: debido a esta distribución, se denomina eritema centrofacial.

La inflamación atrae líquidos hacia los tejidos: por eso, además de enrojecerse, la piel se hincha y se engrosa (en conjunto, este fenómeno se denomina edema).

Y es entonces cuando aparecen los síntomas, que dan nombre a la fase en la que se encuentra la enfermedad (la llamada fase eritemato-teleangiectásica): los vasos capilares, que son hiperreactivos (hemos recordado en los párrafos anteriores lo que esto significa), se dilatan y se hacen visibles a través de la superficie de la piel.

Los podríamos denominar capilares rotos, pero esta expresión es inapropiada: mejor utilizar la específica, telangiectasias múltiples, que también describe el cuadro de la cuperosis.

La fase inflamatoria

La inflamación siempre está presente en la rosácea; de hecho, es su característica definitoria.

¿Por qué definir la tercera fase en este sentido? Porque solo en este punto la inflamación hace de las suyas o, mejor dicho, agrava sus daños.

La liberación de sustancias agresivas conduce a la formación de pápulas y pústulas que recuerdan a los granos del acné. Por ello, la enfermedad en esta fase (rosácea pápulo-pustulosa) también se denomina “acné del adulto“.

Y no solo eso: en algunos casos, incluso se confunden ambas enfermedades. Pero los dermatólogos tienen una referencia casi infalible para diferenciarlos: los comedones, que están ausentes en la rosácea.

La fase tardía

Cuando, por desgracia, la evolución pasa a la fase tardía (es algo más frecuente en los hombres), las consecuencias de la inflamación son bastante graves.

La liberación de las moléculas típicas de este estado provoca el depósito de fibras de colágeno, alterando la arquitectura del tejido cutáneo.

La piel se vuelve cada vez más edematosa y sus células experimentan una proliferación incontrolada: este fenómeno se denomina hiperplasia y en el caso de la rosácea se denomina fima.

En la rosácea fimatosa, las tumefacciones de la piel adoptan formas bulbosas y abultadas, sobre todo a nivel de la nariz (rinofima), que puede volverse bulbosa, y pueden modificar los rasgos faciales. 

Rosácea de los ojos

En un tercio de los pacientes la enfermedad también afecta a los ojos, produciendo manifestaciones como:

  • Blefaroconjuntivitis: inflamación de los párpados y la conjuntiva (las membranas que recubren los globos oculares).
  • Inflamación de las glándulas de Meibomio, que intervienen en la secreción de lágrimas.
  • Iritis: inflamación del iris.
  • Escleritis: inflamación de la esclerótica, el tejido que constituye la parte blanca del ojo.
  • Queratitis: inflamación de la córnea (es la consecuencia más grave, que puede comprometer seriamente la visión).

¿Cuáles son los síntomas asociados a estas afecciones? Picor, enrojecimiento, aumento de la sensibilidad a la luz (fotofobia), sensación de cuerpo extraño, visión borrosa y eritema ocular.

Si no se tratan adecuadamente, estas afecciones pueden reducir la eficacia visual.

Rosácea en el embarazo

Aunque en la literatura se han descrito algunos casos de rosácea con inicio durante la gestación, los síntomas suelen mejorar en las futuras madres.

Rosácea: cuáles son sus causas

Hasta la fecha se desconocen las causas, pero la comunidad científica ha adquirido algunos conocimientos sobre los mecanismos que pueden subyacer a la enfermedad. Además de estas hipótesis, no se descarta que exista algún tipo de predisposición hereditaria a desarrollar la enfermedad.

De hecho, el defecto comprobado presente en todas las formas de la enfermedad es el mal funcionamiento del sistema inmunitario: es un error en nuestras defensas lo que desencadena la inflamación, rasgo típico de la rosácea.

Existen, además de las causas, ciertos factores desencadenantes que pueden activar la aparición de enrojecimientos y eritemas en las personas que padecen esta afección. Algunos de estos factores se pueden evitar, mientras que otros no:

  • Exposición a variaciones de temperatura.
  • Permanecer en ambientes sobrecalentados o con aire acondicionado.
  • Tomar medicamentos (especialmente cortisona, sobre todo si se aplica sobre la piel), alcohol o café, bebidas calientes o alimentos picantes.
  • Estrés físico (incluida la realización de actividades deportivas intensas) y emocional.
  • Menopausia.
  • Enfermedad de Parkinson.

¿Cuánto tienen que ver los vasos sanguíneos?

El enrojecimiento y la presencia de vasos capilares dilatados, típicos del trastorno, han acrecentado las sospechas en torno a los vasos sanguíneos y su papel en la génesis del trastorno.

En las personas con rosácea, los vasos son hiperreactivos, se dilatan en respuesta a estímulos que no tienen el mismo efecto en las personas sanas y aumentan el flujo de sangre que irriga la piel del rostro.

Pero no se trata únicamente de hipereactividad: en la piel de las personas diagnosticadas con la enfermedad también se producen nuevos vasos sanguíneos (un fenómeno denominado neoangiogénesis), que aumentan aún más el flujo sanguíneo local.

¿Evidencia de afectación vascular? Si el paciente toma fármacos vasoconstrictores sus síntomas mejoran.

Rosácea: las causas directas de la inflamación

¿Qué tienen en común los medicamentos utilizados para tratar esta enfermedad? Todos son antiinflamatorios: directa o indirectamente, reducen la concentración y la actividad de las moléculas que mantienen activa la inflamación.

En concreto, todos estos fármacos actúan sobre las llamadas especies reactivas del oxígeno (del inglés Reactive Oxygen Species), un grupo de sustancias que incluye el peróxido de hidrógeno y daña las membranas celulares.

¿Podrían tener las ROS una función precisa en la patogénesis? Tal vez, pero se necesitan más estudios para confirmar esta hipótesis.

Ácaros

Estamos acostumbrados a oír hablar de los ácaros en relación con las alergias. En este caso, un elemento de la categoría (Demodex folliculorum) entra en tela de juicio por otra razón.

De hecho, se ha observado que su presencia en la piel de individuos con rosácea es mucho mayor que la encontrada en individuos con piel sana.

Y no es el único microorganismo implicado en este examen. El Helicobacter pylori, más conocido por su papel en la patogénesis de ciertas formas de gastritis y úlcera péptica, también puede desempeñar un papel importante.

Estímulos ambientales

Una novedad en la investigación sobre la rosácea en los últimos años es la catelicidina: los estudios han demostrado que esta sustancia tiene una función en la promoción de la inflamación durante el curso de la enfermedad. Y han intentado figurarse, a partir de esta información, lo que ocurre en el tejido cutáneo.

Ciertos estímulos ambientales (llamémoslos desencadenantes), incluidos los rayos UV del sol, activarían accidentalmente la síntesis de catelicidina.

En ese momento se iniciaría una reacción en cadena que daría lugar a la activación de moléculas especiales encargadas (en condiciones normales) de combatir los virus y bacterias procedentes del exterior.

Estas sustancias, denominadas péptidos antimicrobianos, provocarían los cambios vasculares, la degeneración de las fibras de colágeno y el reclutamiento de las células del sistema inmunitario implicadas en la inflamación típica de la rosácea (pero esto sigue siendo solo una hipótesis).

Medicamentos y alimentos

A excepción del alcohol y las especias, cuyo papel en la aparición de la rosácea ha sido comprobado por la ciencia, parece que la dieta no influye ni en la aparición ni en la evolución de la enfermedad.

No puede decirse lo mismo de las drogas. De hecho, se ha comprobado que ciertos medicamentos pueden empeorar el curso de la enfermedad.

Entre ellas figuran:

  • Amiodarona, un antiarrítmico.
  • Cortisona, tanto tópica como en formulación de aerosol nasal: más adelante veremos que aplicar pomadas de cortisona sobre las lesiones de rosácea no es una buena idea.
  • Altas dosis de vitamina B₆ y B₁₂.
  • Vasodilatadores: es intuitivo que tomar una sustancia que dilate aún más los vasos sanguíneos no puede sino empeorar los síntomas.

¿Podría ser el hígado?

Buscando e investigando entre las diversas enfermedades que pueden tener relación con el desarrollo de esta afección dermatológica, los científicos han llegado a las enfermedades hepáticas.

La esteatosis hepática, que quizá conozcas mejor como hígado graso, es una afección bastante frecuente en las personas mayores y también una comorbilidad (es decir, un trastorno concomitante) de la rosácea.

Entonces se preguntaron si se trataba de una simple coincidencia o si existía una correlación definitiva. Una buena pregunta, a la que aún no se ha dado respuesta.

Microbioma

¿No podrían los investigadores considerar un posible papel patogenético del microbioma alterado?

Como es bien sabido, la composición de la población bacteriana presente en nuestras mucosas (intestinales y de otro tipo), lo que un nostálgico llamaría la flora bacteriana, es crucial para la realización de numerosas reacciones metabólicas. Las alteraciones en la mezcla de especies pueden afectar a muchos tejidos y órganos, causando auténticas enfermedades.

¿Qué hace pensar que el microbioma pueda tener algo que ver? Debido al hecho de que muchas de las personas diagnosticadas de rosácea también padecen síndrome del intestino irritable y otros trastornos relacionados con la disbiosis.

De nuevo, se trata simplemente de hipótesis, de teorías. Pero, para no correr riesgos, los expertos aconsejan a los pacientes con rosácea que también presenten síntomas intestinales que acudan a un gastroenterólogo para que realice más investigaciones.

La rosácea causada por la mascarilla

La oclusión de la piel que se produce cuando se utiliza una mascarilla durante muchas horas, sobre todo si se permanece en un ambiente húmedo con escaso intercambio de aire, puede agravar problemas preexistentes de acné o rosácea. Aunque todos estamos familiarizados con la mascarilla, aún no se ha acuñado el neologismo correspondiente a la rosácea.

Pero entonces, ¿la mascarilla es una causa de la rosácea? No. Hay que subrayar que el acné no es la causa de la enfermedad, sino uno de los desencadenantes de los síntomas. Esto significa que es posible protegerse de la infección por COVID-19 reduciendo el riesgo de empeoramiento de los síntomas cutáneos.

¿Cómo? Cuando es necesario llevar un equipo de protección individual durante un periodo de tiempo relativamente largo, conviene sustituirlo a menudo y observar unas normas de higiene muy estrictas, lavándose las manos a menudo y utilizando siempre limpiadores faciales específicos. En general, el uso de maquillaje no está contraindicado en los casos de rosácea. Sin embargo, utilizar maquillaje debajo de una mascarilla puede causar problemas.

Rosácea en niños

Existen pocos casos descritos de rosácea pediátrica, todos ellos con los mismos síntomas observados en adultos.

¿Son reales las cifras comunicadas o hay más casos de los que se han comprobado? Sería interesante saberlo: por ahora, los expertos especulan con la posibilidad de que haya muchos más casos.

Muchos pacientes jóvenes serían diagnosticados erróneamente de otras dermatosis, con síntomas similares pero más propias de este grupo de edad, como: dermatitis atópica, dermatitis perioral, dermatitis periorificial granulomatosa infantil y lupus miliaris disseminatus faciei.

Diagnóstico: ¿Cómo se puede reconocer la rosácea?

La enfermedad se diagnostica únicamente de forma clínica. Hasta la fecha, no se dispone de pruebas específicas.

Únicamente la observación escrupulosa de las lesiones cutáneas permite al dermatólogo diferenciar la rosácea de otras enfermedades locales o sistémicas que producen tales manifestaciones.

Veamos cuáles son las principales:

  • Acné: el diagnóstico diferencial se apoya en la edad de inicio de los síntomas, que en el caso del acné es joven, mientras que para la rosácea es más adulta (el pico de incidencia se sitúa en el grupo de edad de 30-50 años). ¿Una señal infalible? Comedones, ausentes en la rosácea.
  • Lupus eritematoso sistémico.
  • Sarcoidosis.
  • Fotodermatitis: en este caso, sin embargo, la erupción y el enrojecimiento afectan a toda la cara, no únicamente a las zonas centrales.
  • Erupciones provocadas por fármacos: los más relacionados son los medicamentos con cortisona.
  • Dermatomiositis.
  • Granulomatosis cutánea.
  • Dermatitis seborreica, que se asocia a un eritema descamativo más concentrado en los pliegues nasolabiales, el cuero cabelludo y el tronco.
  • Dermatitis perioral, caracterizada por la aparición de pápulas y pústulas únicamente alrededor de la boca.

Rosácea: cómo tratarla

Existen numerosos medicamentos para tratar los síntomas, ninguno de ellos específico y, sobre todo, ninguno curativo.

Huelga decir que, dado el conocimiento detallado de los factores desencadenantes y su evitabilidad, el tratamiento se centra más en introducir hábitos que modifiquen el estilo de vida y prevengan la exposición a los desencadenantes evitables.

Estilo de vida

Es importante que el paciente conozca los factores que desencadenan el enrojecimiento y el eritema y que los evite.

Es necesario poner en práctica una serie de comportamientos que protejan la piel de los desencadenantes físicos y químicos, como por ejemplo:

  • Limpiar la piel con productos no espumosos y sin perfume, preferentemente limpiadores oleosos que respeten la capa protectora de la barrera cutánea y eliminen los residuos por afinidad.
  • Evitar el uso de cremas perfumadas.
  • Preferir las duchas a los baños, utilizando agua moderadamente caliente.
  • Desmaquillar bien el rostro antes de acostarse.
  • Evitar el uso de productos de maquillaje en crema.
  • Evitar las variaciones de temperatura en la medida de lo posible, causada por habitaciones sobrecalentadas o con mucho aire acondicionado: cuando haga mucho calor, rociarse la cara con agua fría para bajar la temperatura superficial de la piel y reducir su nivel de inflamación.
  • Reducir al mínimo la exposición al sol y, al exponerse, aplicarse un filtro protector específico recomendado por el dermatólogo (suelen recetarse fotorreflectores a base de arcilla, que reparan los vasos sanguíneos de la acción de la radiación ultravioleta).
  • Reducir al mínimo el consumo de café, alcohol, bebidas calientes y alimentos picantes.

Se comercializan productos dermocosméticos que pueden enmascarar el enrojecimiento (camuflaje).

Suelen ser fórmulas que contienen pigmentos verdes que, por un mecanismo de complementariedad de la luz, neutralizan el enrojecimiento de la piel.

Tratamiento farmacológico: ¿qué crema utilizar para la rosácea?

Se recomiendan cremas calmantes y emolientes para el tratamiento diario de la enfermedad.

Por otro lado, ciertos antibióticos están indicados para tratar la inflamación. ¿Por qué utilizar antibióticos para tratar una enfermedad no causada por bacterias? Porque se aprovecha el efecto antiinflamatorio de estos fármacos, que se manifiesta cuando se administran en dosis más bajas.

De los de uso tópico, el metronidazol es el más utilizado. Los de uso sistémico (doxiciclina, tetraciclina, minociclina) se utilizan para tratar la rosácea con múltiples pápulas y pústulas y la rosácea ocular.

Otras opciones son la crema de ácido azelaico y el peróxido de benzoilo, que en algunos casos se combina para controlar mejor los síntomas. 

Mención aparte merece la ivermectina (en crema). Se trata de un medicamento antiparasitario que ha sido noticia recientemente por haber sido objeto de algunos estudios en los que se probaba su acción contra el SARS-CoV-2: en este caso, se utiliza por su acción contra el ácaro Demodex folliculorum y por su acción antiinflamatoria.

Para tratar el enrojecimiento o el eritema persistente, están indicados el gel de brimonidina (para uso tópico) y la crema de clorhidrato de oximetazolina.

En los casos resistentes a las terapias de primera línea, pueden utilizarse retinoides (isotretinoína oral).

Medicamentos para la rosácea ocular

Además de las terapias para la forma cutánea, los colirios con acción antibiótica o antiinflamatoria están indicados para las formas que también afectan a los ojos.

Pueden utilizarse toallitas oculares para limpiar los párpados infectados.

Microdermoabrasión

La exfoliación del estrato córneo, la capa más superficial de la piel, está indicada para mejorar el estado del rinofima, con buenos resultados estéticos.

Es un tratamiento de rejuvenecimiento mínimamente invasivo: es como lijar la piel para renovarla.

El láser

Para reducir el impacto estético de las telangiectasias, se puede recurrir al tratamiento láser con determinadas longitudes de onda, que provocan la coagulación de los capilares en evidencia y reducen su diámetro.

También se utiliza la luz pulsada intensa.

Durante el tratamiento, el paciente siente hormigueo y, en los días siguientes, las zonas tratadas enrojecen y se hinchan moderadamente. La cicatrización completa se produce en pocas semanas.

Cirugía plástica

Es el único tratamiento indicado para la fase tardía: el rinofima solo puede extirparse quirúrgicamente de forma cruenta. Se pueden utilizar láseres quirúrgicos (láseres de CO₂) o realizar una intervención quirúrgica propiamente dicha, durante la cual se decortican los tejidos exuberantes mediante bisturí o hidrocirugía.

Aspectos psicológicos de la patología

Son muchos y pesados.

Una encuesta en línea realizada por el instituto de investigación Face Value en una población de personas diagnosticadas de rosácea mostró que el enrojecimiento facial afecta emocionalmente al 88% de los casos, socialmente al 77%, profesionalmente al 78% y en el comportamiento relacional al 72%.

Y esto no es todo. El 58% de los pacientes declaró sentirse avergonzado por el juicio de los demás, incluso en el entorno laboral (32%), y tener poca confianza para enfrentarse a entrevistas de trabajo (27%).

El 23% de los entrevistados también afirma sentirse avergonzado por el juicio de familiares o amigos, y sentirse incómodo al hacer nuevas amistades (33%). El 25% afirmó sentirse avergonzado por el juicio de su pareja.

Estas cifras no son sorprendentes, aunque resulte algo chocante verlas en blanco y negro. Además de provocar consecuencias dramáticas a nivel personal, el estado de ánimo de los pacientes puede tener un impacto poco positivo en la gestión de la enfermedad y su progresión a fases avanzadas.

Muchas personas no diagnosticadas están convencidas de que el enrojecimiento es una característica natural (y, por supuesto, no deseada) de su piel.

Así que, en lugar de acudir al dermatólogo, recurren a la aplicación de cosméticos enmascaradores. A menudo, sin embargo, estos productos son inadecuados y conducen a un empeoramiento de los síntomas.

Rosácea: pacientes famosos

Una de las expresiones con las que se conoce la rosácea es “síndrome de Rembrandt“, llamado así por el pintor holandés, un famoso paciente del pasado.

En los últimos tiempos, varias personalidades destacadas del mundo del espectáculo y la política han contado a la opinión pública su experiencia como pacientes, o han sido virtualmente diagnosticados de ella debido a la evidencia del enrojecimiento característico.

Bill Clinton comparte el típico enrojecimiento de la cara con Winston Churchill y el Príncipe Carlos de Inglaterra.

Un síntoma que mantienen bajo control actrices como Cameron Diaz, Renée Zellweger y Cynthia Nixon, a las que la enfermedad no ha afectado a la belleza de sus rostros.

Fuentes

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